Aunque decir que estamos ante un mundo incierto y cambiante puede sonar cliché, el que nos encontramos enfrentando esa realidad es innegable. La globalización, la tecnología y la crisis financiera constituyen el origen de un terremoto sin precedentes desde la revolución industrial. Y esto se explica, en buena medida, por la digitalización, que ha erosionado las barreras de entrada que nos protegían de la competencia en muchas actividades económicas. Ya no hay dirigente empresarial que pueda permanecer al margen de su efecto disruptivo.
Esa incertidumbre afecta a todos los estamentos de la sociedad y tiene grandes implicaciones en la toma de decisiones a todo nivel, incluyendo el mundo empresarial. Sin embargo, no debe entrarse en pánico. La buena noticia es que la propiedad industrial (PI) ofrece herramientas para afrontar esa incertidumbre y apoyar a los tomadores de decisiones en la planificación estratégica. Sí, leyeron bien: herramientas de propiedad industrial. La Inteligencia Competitiva es una de estas herramientas que muchos emprendedores ya conocen, aunque no siempre la utilizan.
La Inteligencia Competitiva (IC) es un ejercicio que reúne resultados de actividades de recolección y análisis de información desde varios puntos de vista. Así, algunas veces se confunde con la vigilancia tecnológica o vigilancia competitiva, pero resulta que éstos son apenas algunos de sus componentes.
La Inteligencia Competitiva (IC) es una metodología de levantamiento de información y análisis de la misma, que permite entender el entorno y sus componentes comerciales, regulatorios, de mercado, políticos, ambientales, entre otros, relacionados con las tecnologías o el campo tecnológico de interés.
De forma gráfica, la IC puede resumirse de la siguiente manera:
Un ejercicio de IC puede arrojar diferentes conclusiones según el objeto y alcance definidos para el mismo. Algunas de las conclusiones que se pueden obtener son:
En este orden de ideas, la IC puede reportar enormes ventajas para los empresarios, toda vez que tiene el potencial de entregar información organizada y estructurada de manera tal que permita orientar la toma de decisiones en materia, por ejemplo, de recursos destinados a I+D o a innovación, en materia comercial, en intereses de transferencia de tecnología, entre otros aspectos claves para mejorar la competitividad de las organizaciones.
Por otro lado, es importante tener en cuenta que, si bien un informe de IC puede reportar información valiosa para la toma estratégica de decisiones, el reto de cara a los empresarios es lograr que dicha información sea aprovechada de manera oportuna. Por eso, es recomendable no solo contar con ejercicios de IC, sino también abrir espacios de reflexión colectiva en torno a éstos, que permitan un análisis desde varios puntos de vista (operativo, administrativo, directivo, etc.) y una identificación de oportunidades de cara a los intereses, necesidades y planeación de las organizaciones.