La impresión en 3D, también conocida como fabricación aditiva, es un proceso por medio del cual se pueden crear objetos sólidos tangibles a partir de un archivo de diseño digital en 3D por medio de una impresora de materiales.
Todo comienza a partir de un diseño virtual creado en un archivo CAD (Diseño Asistido por Computadora) utilizando ya sea un programa de modelado 3D para la creación digital de los productos o un scanner 3D para copiar algún producto ya existente que lo digitaliza en el programa. La impresora 3D, con base en el archivo CAD, secciona el diseño en cientos o miles de capas para que se fabrique el producto capa por capa.
Originalmente, la impresión 3D era posible únicamente en un solo material (usualmente plástico) y en un solo color, pero gracias al avance tecnológico, ahora es posible crear objetos más complejos a partir de una mezcla de materiales tradicionales (plásticos, metales y/o cerámica, incluso alimentos) en diversos colores, formas y sin necesidad de ensambles, ya que permite la creación de objetos que no podrían ser creados con procesos de manufactura convencionales.
La impresión 3D acorta el ciclo de desarrollo del producto, ya que se pueden fabricar prototipos rápidamente. Asimismo, incrementa la eficacia de la cadena de suministros y reduce los costos de instalaciones, ya que no se requieren de almacenes para guardar mercancía. En otras palabras, esta tecnología mejora la eficiencia de la fabricación y rompe los modelos tradicionales de fabricación, distribución, almacenamiento, envío y venta al por menor. Además, es amigable con el medio ambiente ya que no utiliza tanta energía, no deja tanto desperdicio y, al no haber necesidad de enviar el producto, evita el uso de combustibles.
La impresión 3D actualmente se está utilizando prácticamente en todas las industrias: automotriz, aeroespacial, militar, médica, construcción, ingeniería, biotecnológica, moda, joyería, alimentos, etc… Y es tan útil como disruptiva ya que, aunque esta tecnología puede traer innumerables beneficios a la sociedad, los titulares de derechos de Propiedad Industrial e Intelectual (PII) pueden verse severamente afectados por el uso inapropiado de la misma. Es decir, tanto los Derechos de Autores como de los titulares de Marcas, Patentes y/o Diseños Industriales pueden verse infringidos debido a todas las facilidades que la impresión 3D ofrece, al poderse descargar los diseños en CAD desde Internet y el usuario poder modificar e imprimir el producto final desde su casa ya que que el costo de las impresoras 3D ha disminuido exponencialmente en estos días y están al alcance de todos.
De acuerdo con lo anterior, el consumidor ya no será comprador, sino el creador y fabricante, y por ende se acostumbrará a obtener al instante un producto genérico y sin marca.
Por ello es necesario crear nuevos trabajos, modelos de negocio y formas de protección PII, y que los titulares de derechos de PII conozcan y aprovechen los beneficios de la impresión 3D para atraer e interactuar con los consumidores, creando estrategias tales como la asociación o licenciamiento con sitios online “makerspace”, así como optar por el “crowdsourcing” de nuevos productos.
Como se puede apreciar, la impresión 3D ha venido a estremecer e innovar toda la industria tanto de manufactura como de PII.Y, aunque muchos consideren que solamente se requiere hacer pequeños ajustes en los marcos legales internacionales para evitar que la impresión 3D tenga un impacto negativo o se preste a prácticas ilegales como piratería, existen quienes no son tan optimistas y ven la impresión 3D como un enemigo directo de la industria, particularmente para países que dependen de su manufactura. Por lo cual, se requerirá realizar grandes cambios políticos y legales para poder amortiguar el gran impacto que esta tecnología tendrá en un futuro actualmente presente.