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Lisboa, de ciudad verde a ciudad innovadora

  • 17 enero 2020
  • Artículos

Lisboa se ha vestido de verde y de un día para otro amaneció llena de carteles anunciando su compromiso ambiental. Tenía motivos para proclamarlo. La ciudad portuguesa ha sido galardonada con el premio Capital verde Europea 2020, título otorgado por la Comisaria de Medio Ambiente, Asuntos Marítimos y Pesca de la UE, Karmenu Vella, en una ceremonia de celebrada en la ciudad holandesa de Nijmegen que fue la Capital Verde Europea 2019. Este prestigioso título viene acompañado de un incentivo financiero de € 350k.

Los enormes desafíos ambientales a los que nos enfrentamos a nivel mundial hacen que esta iniciativa de los European Green Capital Awards sea más importante que nunca. El acelerado cambio climático, el consumo excesivo, los residuos plásticos y la pérdida de biodiversidad son las principales amenazas para nuestras ciudades y para nuestro futuro. Para los portugueses es tremendamente alentador e inspirador ver un liderazgo tan fuerte de Lisboa por de esta ciudad un lugar saludable y atractivo para vivir y trabajar.

En el campo de la Propiedad Industrial e intelectual, este galardón tiene además una especial relevancia internacional, ya que el 2020 y en especial, el 26 de abril (día mundial de la Propiedad Intelectual) la organización mundial de propiedad Intelectual ha decidido sea para celebrar justo la tecnología e innovación verde.

El jurado consideró que Lisboa, que comenzó su viaje hacia la sostenibilidad durante un período de crisis económica del que ha sabido salir con una economía reforzada, puede ser una inspiración y un modelo a seguir para muchas ciudades de la UE, lo que demuestra claramente que la sostenibilidad y el crecimiento económico van de la mano.

El Panel de Expertos destacó que Lisboa es particularmente fuerte en el campo del uso sostenible de la tierra, la movilidad urbana sostenible, el crecimiento verde y la innovación ecológica, la adaptación al cambio climático y correcta gestión de los residuos. La ciudad logró entre el 2002 y el 2014 una reducción de sus emisiones de CO2 en un 50%; reducir el consumo de energía en un 23% y el consumo de agua en un 17% del 2007 al 2013.

Lisboa tiene una visión clara de la movilidad urbana sostenible, con medidas para restringir el uso del automóvil y priorizar el ciclismo, el transporte público y la caminata. En 2017, Lisboa lanzó una iniciativa para fomentar el uso de las bicicletas eléctricas a pesar de sus elevadas cuestas y sus siete colinas. Posee una de las redes de puntos de recarga de vehículos eléctricos más grande del mundo, mientras que el 39% de la flota municipal de autobuses es eléctrica;

El 93,3% de las personas en Lisboa viven a menos de 300 m de un servicio de transporte público frecuente y el 76% de los lisboetas moran a menos de 300 m de zonas verdes urbanas. Por otra parte, existe un fuerte compromiso con el uso sostenible de la tierra con un enfoque basado en el establecimiento de infraestructura verde y redes conectadas de espacios verdes, para contrarrestar los efectos del cambio climático, como la sequía, el calor extremo y las inundaciones por tormentas.

Pero además de estos importantes logros ambientales, Portugal ha sabido demostrar que la sostenibilidad es una excelente oportunidad de crecimiento económico, con algunos desarrollos tecnológicos en áreas claves como sean los cargadores de coches eléctricos o sistemas de localización para uso en car-sharing.

Las empresas portuguesas se centran cada vez más en la sostenibilidad y la responsabilidad social y medioambiental. Algunos de ellos incluso se consideran una referencia mundial. En un escenario internacional donde los efectos negativos del cambio climático se están haciendo visibles, la preocupación es generalizada y está comenzando a ganar importancia en las políticas gubernamentales de los países, los hábitos de gasto de los ciudadanos, pero también en las estrategias y decisiones comerciales.

En Portugal, varias empresas y sectores de actividad ya han expresado su intención de reducir el impacto ambiental de sus actividades, contribuyendo así a la mejora global del planeta. E incluso hay casos que han implementado varias medidas para hacer que su proceso de producción sea más sostenible, siguiendo el ejemplo de las principales compañías internacionales.

Consideremos al gigante de Internet Google, que ha estado funcionando al 100% con energías renovables desde 2017, convirtiéndose en el mayor comprador corporativo de electricidad limpia del mundo.

En nuestro país, uno de los mejores ejemplos es el Grupo EDP, que desde 2018 forma parte de Euronext Video World 120, un ranking que distingue a las mejores empresas del mundo en términos de prácticas de sostenibilidad. Además, desde 2012 (y por séptimo año consecutivo), el grupo nacional más grande en el sector energético también ha formado parte de los tres índices Euronext Vigeo Eiris, que destacan a las mejores empresas en términos de desempeño ESG (ambiental, social y de gobierno).

También en el sector energético, GALP es un ejemplo de buenas prácticas. Este año, la compañía petrolera portuguesa fue distinguida por el Índice de Sostenibilidad Dow Jones (DJSI) como la mejor de Europa y la tercera del mundo en «Petróleo y Gas», logrando su mejor puntaje después de estar en el ranking durante ocho años consecutivos.

Otra de las empresas portuguesas, en este caso en el sector minorista, que también forma parte del ranking de las 120 empresas más sostenibles del mundo, es el grupo Jerónimo Martins, que actualmente se encuentra en el nivel de rendimiento más alto, con una calificación del 94% en lo que respecta a la divulgación de información de sostenibilidad. Contribuyeron a esta calificación impresionante factores como la reducción de su huella de carbono en un 5% entre 2018 y 2020, la reducción de los desperdicios de alimentos del grupo en un 10% durante el mismo período, así como la determinación de la compañía de reducirlos a la mitad para 2025.

Por otra parte, cada vez son más las empresas cuyos productos y servicios están dentro de los podríamos denominar economía verde como tiendas de productos ecológicos de diseño, empresas de servicios ambientales, compañías de energía solar o de cargadores de coches eléctricos que exportan a todo el mundo o el turismo sostenible.

A pesar del desarrollo tecnológico de las empresas portugueses en áreas de sostenibilidad y de su reconocimiento interno y externo, la verdad es que la protección de su propiedad intelectual sea por patente sea por otras herramientas de protección, presenta índices muy bajos, por lo que la traducción de la innovación en valor diferenciador es más baja que en otros países.

Un buen ejemplo de esta traducción de la innovación en valor ha sido el caso de Efacec y Universidad de Porto que en 2015 han logrado vender el paquete de patentes de sus células solares a una compañía australiana por 5 millones de euros.

Teniendo en cuenta la importancia de este tipo de tecnologías, al inicio de 2018 la comunidad internacional decidió introducir una nueva clasificación de patentes, la Y02 relativas a todas las tecnologías de mitigación del cambio climático y la Y04 relativas a Smart grids en energía. Una búsqueda rápida nos permite verificar que hasta enero del 2020 no ha habido resultados de solicitantes portugueses de este tipo de patentes, a pesar de los buenos resultados de algunas de las compañías portuguesas. Hay que trabajar conjuntamente para conseguir que las empresas logren poner en valor sus desarrollos tecnológicos y dar un salto cualitativo como país altamente innovador.

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