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    Los hermanos Wright, Glenn Curtiss y la guerra de las patentes voladoras

    • 07 junio 2019

    Por Drago Flores

    Recién empezaba el siglo XX, los hermanos Wright estaban gestando una de las invenciones mas grandes de la humanidad, el avión. Estos hermanos nacidos a mediados del siglo XIX manejaban un pequeño taller, Wright Cycle & Co, de fabricación y reparación de bicicletas. Desde su infancia siempre se interesaron por la mecánica, reparación y fabricación de artefactos.

    Los hermanos eran la combinación perfecta: Wilbur era un extraordinario generador de ideas y Orville podía construir cualquier artefacto que ideara su hermano.

    Quienes habían intentado volar un artefacto antes que ellos, se encontraron con problemas para controlar el vuelo. Por ello, los hermanos Wright le agregaron a los prototipos anteriores un timón vertical y un elevador horizontal. Y con estos elementos y un pequeño motor de bicicleta, los Wright lograron despegar su avión, llamado Flyer 1, y volar por 36,6 metros durante 12 segundos el 17 de diciembre el 1903 en Kitty Hawk, Carolina del Norte (USA).

    Los hermanos Wright ya habían solicitado la patente de este artefacto en la Oficina de Patentes de los Estados Unidos el 23 de marzo de 1903 y ésta fue otorgada el 22 de mayo de 1906 bajo el número 821,393.

    Los hermanos Wright, Glenn Curtiss y la guerra de las patentes voladoras 

    Glenn Curtiss, otro emprendedor que trabajaba también con maquinas y artefactos voladores, había construido un avión muy parecido al de los hermanos Wright, pero con un motor más potente y con sistema de alerones que lo hacía mucho más estable que el avión de los hermanos. De hecho, este visionario trató de venderle el motor a los Wright y también les planteó una posible alianza, pero sin suerte. Por cierto, el nombre del avión de Glenn Curtiss era JUMBO, nombre utilizado para los aviones de Boeing en la actualidad.

    Los hermanos Wright demandaron a Glenn por uso indebido de su patente y la Corte decidió que podía comercializar sus aviones siempre y cuando le pagara regalías a los Wright. Tras esto, Glenn, con la asesoría de los abogados de Henry Ford, comenzó a modificar las patentes y a  solicitarlas de nuevo, lo que se convirtió en un proceso de disputas interminables. Tanto es así, que esta situación paralizó la industria de la aviación por varios años.

    Pero con el estallido de la Primera Guerra mundial, los gobiernos de Estados Unidos y Alemania se percataron de que, si no podían utilizar patentes o licencias para fabricar aviones en masa a través de empresas, no ganarían la guerra. Por esta razón, los Gobiernos de ambos países decidieron otorgar licencias a diferentes compañías de aviación para poder incrementar su poderío militar y poder tomar ventaja de sus adversarios.

    Al final de este relato, y a pesar de que los hermanos Wright fueron los primeros en volar un avión de forma controlada, el Sr. Glenn Curtiss aprovechó el golpe de suerte que le había brindado la Primera Guerra Mundial y se convirtió en un empresario muy exitoso de la aviación, opacando en algo a los verdaderos pioneros de la aviación Wilbur y Orville Wright. Y así fue como una guerra de patentes acabó debido a la primera guerra mundial.

    Luego de tantas disputas entre los competidores de la aviación, en 1929 las compañías de los Hermanos Wright y de Glenn Curtiss se fusionaron en Curtiss-Wright Corporation, que fue durante los años 30 la compañía más grande de fabricación de aviones de los Estados Unidos. Actualmente, se dedica a la elaboración de partes de aviones.

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