La fuerte competencia que existe en la actualidad entre las grandes empresas farmacéuticas, y la creciente utilización de medicamentos genéricos, son factores que obligan a estas empresas, no sólo a patentar los resultados surgidos en sus proyectos de investigación, sino a hacerlo de la mejor forma posible y con una estrategia definida.
Considerando que las inversiones en investigación en este sector suelen ser muy elevadas, en estos tiempos de crisis económica, las apuestas en proyectos de I+D deben ser seguras. Por ello, la política de protección de los resultados de investigación tiene que ser excelente, con el objetivo de obtener un retorno económico a la inversión realizada a lo largo de todo el proceso.
Es por ello que los estudios preliminares, tales como los informes de inteligencia y posicionamiento tecnológico, así como las investigaciones previas son imprescindibles antes de aventurarse a emprender nuevas líneas de investigación.
Recordemos el caso de la empresa Novartis, que tras invertir millones de dólares en decodificar las bases genéticas de la diabetes tipo 2, permitió el acceso público y gratuito a sus datos.
Se compararon los genomas de 1500 pacientes con diabetes con los de otras tantas personas libres de la enfermedad. Se rastrearon unos 500.000 fragmentos de genoma en los que se habían identificado diferencias significativas; el procesamiento de la ingente masa de datos que se generó en el proyecto requiere unos recursos inabarcables para cualquier empresa.
Tomando este caso de éxito como referencia, no hemos de olvidar que los datos que se hacen públicos a terceros deben estar controlados, y en caso de que la divulgación se haga a través de la página Web de la compañía, es importante redactar unas condiciones generales que especifiquen el uso y tratamiento que los usuarios pueden dar a estos datos, y cuales son los fines de la puesta a disposición de los mismos.
Así, un acceso controlado a los datos por parte de las empresas, no debería significar una desprotección del conocimiento interno, ni un riesgo para los derechos de propiedad industrial e intelectual.
Muchas de las grandes farmacéuticas, están viendo cumplirse los plazos de protección de las patentes de sus medicamentos más rentables, lo que exige a estas empresas la excelencia en sus procesos de producción y mantener un alto nivel de innovación si quieren seguir siendo competitivas una vez caducadas sus patentes.
Los complejos retos sanitarios a los que se enfrentan los países más pobres, han fomentado las alianzas empresariales entre las grandes farmacéuticas y las PYMES del sector fomentando el concepto de “innovación abierta”.
Algunas compañías han asumido su papel como grandes distribuidoras de medicamentos cuyo valor añadido reside en la capacidad de aglutinar derechos sobre los nuevos procedimientos y medicamentos desarrollados por las PYMES farmacéuticas.
En este tipo de colaboraciones tecnológicas, es fundamental suscribir acuerdos sólidos con cláusulas adecuadas que regulen la titularidad de los resultados surgidos en los proyectos, la confidencialidad, etc.
Por último, cabe destacar el papel notorio que desempeñan las marcas en este escenario. Una correcta política de protección de signos distintivos, tanto de marcas como de nombres de dominio, es inexcusable para competir y conseguir diferenciarse en un mercado en el que la transferencia de tecnología tiene un flujo constante entre empresas y laboratorios de envergaduras completamente distintas.