Un elevadísimo porcentaje del valor de las empresas –se dice que más del 90% – radica hoy en sus activos intangibles.
Es sabido que un elevadísimo porcentaje del valor de las empresas – se dice que más del 90 – radica hoy en sus activos intangibles.
Atendiendo a definiciones contables vemos que un activo es un “recurso identificable, controlado por la empresa y del que se esperan obtener beneficios económicos futuros”. Aquéllos que son de naturaleza inmaterial son los que denominamos intangibles.
Es preciso distinguirlos de conceptos tales como fondo de comercio, que es la parte del valor de las empresas que excede su valor en libros y que en buena medida son beneficios económicos que no pueden ser identificados por separado y no son, por ello, activos, o del de reputación, toda vez que ésta no es controlable (puede controlarse el proceso, pero no la percepción como resultado).
De esta forma nos encontramos con que el grueso de los activos intangibles está constituido por los activos de Propiedad Industrial e Intelectual: Patentes, modelos de utilidad, diseños, obtenciones vegetales, marcas, nombres comerciales, derechos de autor…
A estos activos se les puede dar un valor y éste puede ser expresado en cifras. Tan es así que las normas contables, concretamente las NIC 38, los contemplan y permiten incluirlos en el balance de las empresas cuando han sido adquiridos y dejan la puerta abierta para el caso de generación propia en algunos supuestos.
Las razones para valorar un activo de Propiedad Industrial son variadas y puede ser para llevarlo al balance en los casos previstos, para calcular un royalty a la hora de conceder una licencia o una franquicia, para compraventa de empresas, para fusiones, alianzas estratégicas, búsqueda de socios, cálculo de indemnizaciones en litigios, puesta en valor de todos los activos de la empresa en temas concursales, información a los accionistas y a los trabajadores acerca del real valor de las organizaciones, etc.
Lo anterior sin olvidar la más frecuente en estos momentos cual es la valoración con el objeto de constituir una garantía a la hora de obtener financiación, es decir: hipotecar la propiedad industrial. Este último supuesto está expresamente mencionado tanto en la Ley de Patentes (art. 74) como en la de Marcas (art. 46.2).
A la hora de acometer una valoración de activos intangibles existen diferentes enfoques y dentro de cada uno de ellos distintas metodologías que se aplican según el objeto de la valoración y el propósito de ésta. Por razones de espacio señalaremos brevemente los tres principales enfoques.
Enfoque de costes: El valor del activo equivale al coste de su creación o de su compra. Es un enfoque útil cuando no está previsto recibir importantes beneficios económicos futuros. Puede producir distorsiones cuando el coste de obtención es pequeño y el beneficio esperado grande (ej. la penicilina, que fue un hallazgo casual) o al contrario, cuando por cualquier circunstancia de ha invertido mucho en él y sin embargo los beneficios esperables son escasos. No obstante resulta útil en materia de control y gestión.
Enfoque de mercado: El valor se determina conforme a transacciones conocidas y comparables de mercado. Resulta muy útil en operaciones crediticias pues es convincente. Ahora bien, se precisa conocer y dominar bases de datos de mercado y hay que tener en cuenta que cada activo es único.
Enfoque de ingresos: Se determina el valor en base a beneficios potenciales atribuibles al activo intangible capitalizando a valor presente esos beneficios esperados. Su dificultad estriba en aislar qué parte de los ingresos está relacionada con el activo.
Dentro de este enfoque de ingresos conviene mencionar la metodología del royalty relief que es la mayoritariamente aplicada en valoraciones técnicas y la que goza de mayor aceptación entre las autoridades tributarias.
Consiste en establecer la ficción de que no es propietario del activo y calcular los royalties que sería preciso pagar por utilizarlo trayendo a valor presente ese ahorro de royalties. En cierto modo es una metodología mixta pues toma del enfoque de mercado datos de transacciones comparables cuando es posible.
La valoración tiene una trascendental importancia en la financiación de las empresas. Si pensamos en casos como el de David Bowie, que en 1997 emitió títulos garantizados con los futuros derechos de autor que iba a generar y que le proporcionaron 55 millones de dólares.
Pensemos también en la reciente actuación del Gobierno de la R.P. China que ha creado unidades especializadas en obtener financiación para las empresas con la sola garantía de la Propiedad Industrial e Intelectual que generan y nos percataremos del enorme potencial de que disponen las empresas para financiarse y para ofrecer garantías.
Ello es importante desde el punto de vista de la Banca puesto que, modernizando su concepción de negocio tradicional, puede situar a este sector como promotor de la innovación tecnológica tan necesaria en estos momentos. Los más innovadores ya están recorriendo camino en este sentido y dejando estela.
No obstante para dotar de valor a los activos intangibles lo principal será dotarse de ellos y la experiencia nos lleva a constatar que las empresas que han constituido una cuidada Propiedad Industrial mediante la protección de su conocimiento y su imagen han logrado obtener beneficio de la valoración de sus activos habiéndoles permitido disponer de información útil y cerrar operaciones que de otra forma no hubieran sido posibles.