Con frecuencia se cree que, si algún contenido se encuentra disponible en internet o en redes sociales, éste puede usarse libremente. Sin embargo, la realidad es otra, pues en la mayoría de los casos, los contenidos dispuestos en el entorno digital están protegidos por derechos de propiedad industrial e intelectual, tales como: derechos de autor, marcas, patentes, etcétera.
En los últimos años el uso de internet y redes sociales se ha incrementado exponencialmente, convirtiéndose en un aspecto fundamental para el día a día de las personas.
De conformidad con el “Informe Global Sobre el Entorno Digital 2021”, realizado por Hootsuite y We Are Social sobre internet, redes sociales (entre otros) se indica que, en México, de enero de 2020 a enero de 2021, se tuvo un crecimiento de más de 12% (11 millones de nuevos usuarios en redes sociales) que pasan un promedio diario de más de tres horas conectados.
Con lo anterior en mente, es fácil tener una idea o referente de la cantidad de afectaciones que pueden cometerse en perjuicio de los derechos de propiedad industrial e intelectual de los creadores o titulares, por el incorrecto uso o disposición de contenido.
Por ello, es importante considerar que tanto creadores o titulares como usuario tienen derechos y límites respecto al uso, carga o disposición de contenido en internet.
De modo enunciativo y no limitativo, los titulares o creadores pueden utilizar diversos métodos, tecnologías o herramientas para evitar el mal uso de sus activos, ya sea mediante el uso de marca de agua, DRM´s, blockchain o incluso “registrando” sus activos en las “IP tools” que la mayoría de las redes sociales dispone dentro de sus páginas o aplicaciones para el respecto a la propiedad intelectual. Adicionalmente, las leyes aplicables a la materia (LFPPI y LFDA) disponen diversos procedimientos que obliga a terceros no autorizados o proveedores de servicios en línea a detener conductas que afecten los derechos de titulares o creadores.
Recordemos que los propietarios o autores tiene una serie de derechos que permiten controlar el uso exclusivo y autorizado de sus activos o creaciones, así como determinar el alcance y disposición de los mismo en determinada forma o manera.
Ahora bien, que determinado contenido esté protegido por derechos de propiedad intelectual o industrial, no quiere decir que éste no se pueda utilizar, únicamente refiere que deberá usarse adecuadamente y bajo las consideraciones que las propias leyes aplicables establecen para ello. Por ejemplo, en materia de derechos de autor, las obras literarias y artísticas ya divulgadas podrán utilizarse, siempre que no se afecte la explotación normal de la obra, sin autorización del titular del derecho patrimonial y sin remuneración, cuando se haga la reproducción de partes de la obra, para la crítica e investigación científica, literaria o artística o bien, que la reproducción, comunicación y distribución sea por medio de dibujos, pinturas, fotografías y procedimientos audiovisuales de las obras que sean visibles desde lugares públicos.
Sin perjuicio de lo anterior y ante cualquier duda de los usuarios, existen otras opciones viables y de fácil acceso que se tienen para evitar que se incurra en afectación contra derechos de terceros, tales como: usar música o imágenes “libres de derechos de autor” (bancos que generalmente funcionan bajo licencias de Creative Commons), utilizar obras que se encuentren dentro del dominio público, obtener el permiso del autor o del titular del derecho (cuando así proceda), citar o hacer referencia de la obra en cuestión, etcétera.
Cualquiera que sea la alternativa que se emplee, es imperativo que los usuarios que deseen utilizar contenido dispuesto en internet lo hagan de forma correcta y responsable, siempre debidamente informados, a efecto de evitar incurrir en afectaciones a derechos de terceros que los haga acreedores de imposición de alguna medida, sanción, infracción o multa.
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